Jerry Lewis (1926)

Veo que cada vez que logro encontrar y ver alguna película del cómico Jerry Lewis (algo que me gustaría seguir haciendo) comento casi las mismas cosas. Así que voy a dejar sentadas algunas notas como base de cualquier comentario futuro sobre sus filmes.
Como muchos cómicos estadounidenses, Jerry Lewis tenía padres judíos. Nació en New Jersey en 1926 (88 años) y a pesar de padecer algunas patologías graves de pulmón, corazón, etc. sigue de alguna manera activo. Ha estado casado dos veces y ha tenido unos siete hijos. Es muy conocida su gran labor de recogida de fondos para enfermedades en tele maratones, por lo que ha recibido algún premio. En cambio, por su labor artística nunca ha recibido ningún Oscar. Ha actuado en cine y espectáculos, dirigido, cantado, producido, etc. 
En el comentario anterior decía que las películas del gordo y el flaco acompañaron mi infancia de forma inusual, pero las comedias de Jerry Lewis la acompañaron de forma natural en el tiempo. Fue mi cómico favorito. No comprendo como ahora me cuesta tanto encontrarle la comicidad.
Jerry Lewis se confesaba un admirador total de Stan Laurel y comparte con él una forma de hacer los gags basada en una lentitud para la que se requiere cierto entrenamiento. Era tal la admiración de Jerry, que le enviaba los guiones a Stan para que los revisara. Tarea que realizaba, pero nunca quiso aceptar un trabajo de supervisor general a tiempo completo que le era ofrecido.
Jerry Lewis fue un cómico extraordinariamente popular entre los años cincuenta y sesenta. Algo parecido, aunque muchísimo más, que Ben Stiller o Adam Sandler. Primero Jerry formó pareja con Dean Martin con muchísimo éxito, después trabajó en solitario y dirigiendo sus propias películas, también con notable aceptación de público. A finales de los años sesenta su estrella empezó a decaer por motivos diversos: dejó de sintonizar con el público, sus trabajos eran demasiado personales.  Este tipo de cómicos suelen sufrir estos baches: estar muy arriba y luego no saberse mantener, o digerir mal el éxito o el fracaso, caer en monomanías negativas, etc.
Cuando el público empezaba a olvidarlo, vinieron los directores franceses de la «nouvelle vague» a decir que era un genio e incluso Martin Scorsese le dedicó una curiosa y minoritaria cinta «El rey de la comedia» (1982).
Recuerdo con especial cariño sus trabajos en «Lío en los grandes almacenes» (1963) y «Las joyas de la familia» (1965). Sin embargo, su obra más recordada es «El profesor chiflado» (1963) de la que hablo a continuación.