Jasón y los argonautas, 1963

«Jasón y los argonautas»  (Jason and the Argonauts)

Don Chaffey
Reino Unido 1963

v.o.s.

Icónica adaptación de este clásico por la participación en la creación en los efectos especiales de Ray Harryhausen. Artesanales y primitivos, pero absolutamente eficaces y encantadores. Inolvidables gran cantidad de escenas, como la de la lucha de esqueletos, pero hay muchísimas más. Es una película que se puede revisar cada cierto tiempo con el mismo placer visual.
Los actores son de segunda fila, pero no importa demasiado. También cabe destacar la banda sonora del siempre genial Bernard Herrmann habitual de Alfred Hitchock.

Satiricón, 1969

«Satiricón»  (Fellini Satyricon)

Federico Fellini
Italia 1969

v.o.s.

Basada en la obra del mismo título escrita por Petronio hacia el siglo I. 
Como he leído esta pequeña novela no puedo evitar hacer comparaciones. La visión que ofrece Fellini es atrevida para 1969: homosexualidad, hermafrodismo, relaciones sexuales, crueldad, etc… que aunque también está en el libro, no es tan explícita.
Con una estética fea y peculiar, evidentemente muy felliniana. En cualquier caso es una visión muy desagradable de un mundo carente de civilización entregado solo a sus excesos. Si las cosas hubieran sido solo de esa manera, una desearía de que los bárbaros lo hubieran arrasado antes.

Faraón, 1966

«Faraón»  (Pharaoh)

Jerzy Kawalerowicz
Polonia 1966

v.o.s.

En un momento del imperio de los faraones. El joven heredero se prepara para suceder a su padre enfermo, pero los sacerdotes tienen demasiado poder.
Película que en su momento marcó un hito perdurable por acercarse el tema del antiguo Egipto de una forma desacostumbrada. Rodada en escenarios de Egipto y con una gran austeridad e intento de aproximación a lo que debió ser esa cultura.
Por un lado hay esas cualidades innegables y apreciables, pero por otro, el argumento es como demasiado cerrado en sí mismo, las escenas suceden por lo general en espacios muy pequeños (y así ahorramos): con un salón del trono de dos metros cuadrados, la historia es reiterativa y finalmente y bastante importante: vista ahora el maquillaje de los actores, que debían ser polacos bastante claros de piel y que aparecen oscuros, tiene una tonalidad gris-verde espantosa.

Dragon Blade, 2015

«Dragon Blade«

Daniel Lee
China 2015

En las postrimerías del Imperio Romano una legión huye a través de la ruta de la seda. El encuentro con la guardia que protege la ruta, así como la persecución por parte romana y el enfrentamiento de todos ellos es el argumento de esta cinta, que parece estar inspirada en hechos reales.
En el reparto encontramos a Jackie Chan que también ejerce las labores de producción. Se ve con claridad que ha elegido un tema (lograr la paz entre diferentes etnias) que cree puede contribuir a mejorar su imagen y con el que puede sentirse a gusto. Mezcla Oriente y Occidente metiendo a los romanos y de paso un par de nombres conocidos occidentales: John Cusack y Adrien Brody.
La película cuenta con un gran presupuesto e imágenes bastante bonitas. Hay luchas individuales y colectivas y en general es un proyecto aceptable. Sin embargo, hay algo en ella de prefabricado que impide una recepción aceptable. Por otro lado, yo diría que John Cusack está horrible.
Hay que reconocer que llevo una semana viendo cosas relativamente recientes bastante por debajo de lo deseable. No es raro que vuelva a películas antiguas.

Cleopatra, 1963

«Cleopatra«

Joseph L. Mankiewicz
USA 1963

v.o.s.
rodada en sistema Todd-AO de 70 mm
copia de 3 horas y 58 minutos

Estos días he estado viendo como se recordaba en la prensa a la actriz Elizabeth Taylor con motivo del quinto aniversario de su fallecimiento y he tenido ganas de verla en lo que puede considerarse su película más espectacular.
Ya había visto esta cinta y la recordaba con gusto. Imborrable sin duda la escena de la entrada en Roma de Cleopatra. Pero volver a visionarla ha sido una experiencia decepcionante, muy decepcionante. Si algo salvaría de la película sería casi exclusivamente la banda sonora de Alex North. Así como los títulos de crédito en forma de pinturas que se siguen usando a lo largo del metraje como ejes de transición de pintura a fotograma real y al revés.
Todo lo demás no me ha gustado en absoluto. Pero vayamos por partes. «Cleopatra» tiene dos historias: una la propia película y otra, el rodaje. No se entiende una cosa sin la otra. Es posible que sea el rodaje más desastroso de toda la historia del cine, o por lo menos uno de ellos.
Más o menos conocía las circunstancias de ese rodaje que son legendarias, pero además he tenido la oportunidad de ver un documental del año 2000 que se incluía en el pack del DVD y con una duración de dos horas. En el da cuenta de ello de forma amplia, aunque quedan detalles por saber. No voy a explicarlo todo aquí por falta de espacio, pero resumiendo:

En 1960 la 20th Century Fox estaba en un momento muy malo en sus finanzas y se les ocurrió buscar algún guion antiguo de grato recuerdo de taquilla. Encontraron «Cleopatra» en una versión de cine mudo con Theda Bara. Así tal cual (con un guion de cine mudo, es decir sin diálogo) pretendían hacer un trabajo poco costoso y de éxito fácil. El proyecto fue a parar al productor Walter Wanger que soñaba con producir Cleopatra desde siempre y que engatusó al estudio para filmar algo de más importancia. Al productor le gustaba Elizabeth Taylor que terminaba su contrato con la MGM. Ella no tenía interés y pidió un desorbitado millón de dólares de salario para que Wanger la dejara en paz, pero se lo dieron (al final cobró siete millones por diferentes conceptos) en la convicción que una gran estrella generaría más taquilla. Fue la primera vez que se pagó tan cantidad y marcó un antes y un después. La Taylor además exigió que se rodada en el sistema Todd-AO que era invento de su marido fallecido y del que ella era propietaria. A todo le dijeron que sí. A partir de ahí todo se convirtió en una locura económica y de todo tipo. El inapropiado rodaje por el clima en Inglaterra con otros actores masculinos (Peter Finch para César y Stephen Boyd para Antonio), las enfermedades de la actriz, las demoras infinitas, el cambio de director, el traslado a Italia, los robos, la corrupción general y toda una sangría de gastos que era ocultada a la dirección de la Fox, etc.  Como decía un directivo de la compañía: fue una locura de la que nadie se atrevía a poner fin.

Todo esto dejó a 20th en un estado de casi ruina de la que necesitaron varios años y algunos éxitos para recuperarse. Había un metraje inicial de seis horas que el director Mankiewicz pretendía exhibir en dos películas separadas: Cesar y Cleopatra / Marco Antonio y Cleopatra, pero el romance en la vida real de la Taylor y Richard Burton que ya había trastocado la filmación, por estar casados con otras personas, hacía imposible que se dividiera el cinta en dos y la gente tuviera que esperar para ver a la pareja junta. Por lo que se hizo una escabechina con todo lo rodado y se dejó en tres o cuatro horas (tres en su momento -para poder hacer dos pases- y cuatro ahora), mientras que el resto del material no se ha encontrado, de momento.
En cuanto a la obra que nos ha quedado de esa reducción del metraje significó una cuestionable elección de material. Se dejó principalmente las escenas que favorecían a las estrellas principales: básicamente conversaciones en interiores. Por lo que no hay casi batallas o escenas de acción. Por otro lado, el guion era flojo y los diálogos no soportan esa concentración de escenas en las que finalmente se convierte la película.
En teoría se nos cuenta la historia de Cleopatra, pero resulta difícil saber desde qué punto de vista. Si desde ella misma o desde el de César o Antonio. En realidad no hay punto de vista. Lo que nos muestran es a una mujer ambiciosa que solo puede obtener sus objetivos a través del lecho, a través de dos romanos con poder. Sus cualidades en otro sentido son nulas. Solo hay mas que ver el planteamiento y su comportamiento en la crucial batalla de Actium: un desastre estratégico y de todo tipo.

Despojada la reina de cualquier otra cualidad que no sea la de su belleza, nos dejan con la actriz Elizabeth Taylor que ha perdido para mí casi todo su glamour con este trabajo. Está guapa, pero tampoco hay para tanto. Cuando sugiere desnudos da angustia, es como esas señoras mayores que muestran canalillo, o ver tu madre sin ropa. No, no queda bien. Es lo más parecido que pueda haber a nuestra Sara Montiel y no es raro que sean precisamente las dos iconos gay.  Cuando se viste, con esa interminable colección de vestidos que le confeccionaron para ella (casi setenta). Lo que parece es una vedette cambiando de vestuario cada cinco minutos. Además no es la Taylor vestida de reina de Egipto, sino al revés: Cleopatra vestida de Liz Taylor. Por otro lado tiene una forma de interpretar que consiste -exclusivamente- en recitar el texto con intensidad, diga lo que diga, y ya está. Todo lo hace igual y de la misma manera en todas sus películas.  Quizá la única que se sale de este marco es ¿Quién teme a Virginia Woolf?. Además con esa voz suya que si no has escuchado por culpa del doblaje es mejor no oír. Una voz decepcionante e irritante. En cuanto a sus alabados ojos violeta, nunca los he visto. ¿Realmente los tiene de ese color?. Tardaré en recuperarme de su presencia y otro tanto en revisionar algo suyo. No doy crédito.

Y que decir de Richard Burton como Marco Antonio. No queda bien. Le falta algo. O brazos o cuello o algo. Está como encogido en su armadura. Le falta envergadura y soltura. No tiene presencia y además se le nota incómodo en escena. Su voz antes me gustaba, pero ahora tengo dudas e incluso de su forma de actuar. Es un contrapeso ridículo, que ni siquiera logra ser convincente en las escenas de amor y eso que tenía con la actriz una relación real. Qué besos más mal dados. ¿Les prohibían abrir la boca?. Las escenas de amor con Rex Harrison también son malas, parece que esté con su hija y no con su amante. En cuanto a Rex está digno, pero ya dentro de todo el desastre tampoco sobresale.

Los decorados que es quizá lo que más destaca son bonitos y grandiosos, pero quedan arruinados por una iluminación en interiores excesiva y poco natural. Solo hay pocos momentos logrados en interiores de templos en la noche.
Quedan varias escenas interesantes como la llegada de César a Alejandría, la cena en el barco real o la entrada de Cleopatra en Roma. Pero tanto la cena, como la entrada están lastradas por una presentación tipo music hall/revista (sin canciones) que no me gusta. De la presentación en Roma dejaría solo la llegada de la esfinge.
Una decepción total, considerando que filmes como «Los diez mandamientos» (1956) o «Ben-Hur» (1959) los he visto hace poco y continuan estando vigentes.

*

Yo, Claudio – TV serie 1976

«Yo, Claudio»  (I, Claudius)

TV Serie – 13 episodios de 50 min.

Reino Unido 1976

v.o.s.

Me preguntaba yo, cómo eran las series antes de «Juego de Tronos», antes de que todas las series se parezcan a «Juegos de Tronos». Me refiero a aquellas que están ambientadas en la antiguedad o la Edad Media y en las que inevitablemente hay sexo y violencia. ¿Cómo se hacían antes estas series? ¿Cómo era, por ejemplo, Yo Claudio? Había visto esta serie en su día, cuando la pasaron por televisión y como a todo el mundo me gustó muchísimo. La recordaba bastante bien. 
La respuesta es que se hacían de otra manera. Evidentemente ni el sexo, ni la violencia eran explícitos, pero estaban contenidos en la historia. Convendría que la gente se planteara nuevas formas de abordar visualmente estas épocas, porque si no se hará pesado ver repetido Juego de Tronos al infinito.
En cuanto a «Yo Claudio», la mítica serie de la televisión de los años setenta, era una producción de la BBC en color, basada en el libro del mismo título de Robert Graves.
En la antigua Roma, el emperador Claudio escribe la historia de su familia, la dinastía Julio-Claudia: Augusto y su esposa Livia, Tiberio, Calígula y Claudio, el menos dotado: tartamudo y tomado por tonto. Cómo Livia liquida a todos los posibles rivales de su hijo Tiberio, la locura de Calígula y cómo la muerte de Claudio deja paso a Nerón.
Todo ello en 13 episodios de 50 minutos, que comienzan con una serpiente arrastrándose por un mosaico romano y que siempre ha perdurado en nuestra memoria. 
Está interpretada por notables actores entre los que destacan, por supuesto: Derek Jacobi como Claudio, un inolvidable John Hurt en Calígula y Sian Phillips como Livia entre otros. Ahora hace gracia reconocer a Patrick Stewart (X-Men y Star Trek) en un destacado papel y con pelo.
La serie tiene una gran calidad y solidez. Vista ahora puede resultar algo lejana por la limitación de presupuesto: todas las tomas son en habitaciones pequeñas o encuadres cortos para no gastar. Otro aspecto que ha soportado mal el paso a pantallas con más resolución es el maquillaje. Los personajes envejecen y a muchos de ellos se les ven con claridad las prótesis de maquillaje. Salvo esos pequeños detalles, todo lo demás es perfecto.

El coloso de Rodas, 1961

«El coloso de Rodas»  (Il colosso di Rodi)

Sergio Leone
Italia 1961

Primera película como director de Sergio Leone. Antes había colaborado en diversos films, sobre todo en grandes producciones americanas rodadas en Italia (Ben-Hur, Quo Vadis).
Se trata un peplum… italiano. Es decir, una de romanos o griegos. Se trata de un género en el que los españoles y los italianos tendríamos un valor añadido en frente las producciones de Hollywood: el rigor histórico. Por lo menos eso, pero ni eso.
Como argumento es un despropósito digno del peor cine americano (1). Y además no entiendo para qué sirve en general el peplum si no hay un mínimo de rigor histórico:

– para sacar hombres ligeros de ropa enseñando las piernas (en una especie de sucedáneo de cine erótico para gays de la época) ?
– para mostrar costumbres libidinosas y formas de torturar y matar especialmente sangrientas ?
– hacer una coreografía con chicas también con poca ropa ?
Como primera película de Leone no me anuncia nada. Es muy convencional y básicamente mala.
Doy por concluido mi ciclo de Sergio Leone y debo decir que mi opinión es peor de cuando lo empecé.

(1) por ejemplo:
al margen de que toda la historia del coloso es inventada (salvo que fue probablemente destruida por un terremoto) , lo que sería aceptable, pero:

– después de las luchas los muertos están extendidos en el suelo con las espadas TODAVÍA clavadas en la espalda, como si los atacantes las usaran usa sola vez y las dejaran en el cadáver ¿?

– se disponen a hacer un sacrificio masivo a un Dios (Baal) … a puerta cerrada, sin la presencia del pueblo. Absurdo.

– entre los divertimentos del pueblo griego, no existía el del CIRCO ROMANO, ni sus divertimentos macabros. Lo más parecido era el Hipódromo, en el que se hacían carreras de caballos y arquitectonicamente fue la base del circo romano.

– La construcción del coloso puede situarse hacia el -305 cuando Rodas estaba bajo la influencia de Grecia. En el -297 Rodas pasa a ser conquista de Roma y el terremoto se sitúa hacia el -226

-A pesar de que Rodas está situada frente a la costa de Asia Menor, pertenecía a la órbita griega igual que toda Jonia. Había estado dominada por los persas y los egipcios, por lo que resulta muy raro que en el -226 adorarán al diós Baal (fenicio-cartaginés-caldeo-babilonio)

-Sería muy extraño que un personaje griego se llamara Darios = Dario, nombre persa, archienemigos de los griegos. Como ponerle a un niño francés Adolfo.

Exodus: Dioses y reyes, 2014

«Exodus: Dioses y reyes»  (Exodus: Gods and Kings)

Ridley Scott
USA 2014

¡Por Dios!  Ridley qué te está pasando. ¿Por qué esta película es un horror desde cualquier punto de vista? ¿Qué sentido tiene rodarla, si no aporta nada nuevo a la de «Los diez mandamientos» (1956)?
Mal casting, peor guion y aproximación histórica nula.
Los actores. Inefable. Christian Bale un Moisés espantoso, pero nada comparable al resto. Después de sobreponerse al susto de que los faraones padres son John Turturro y Sigourney Weaver, que mejor que hubieran sido unos desconocidos; pasamos a Ramsés interpretado por un tal Joel Edgerton que lo hace como si fuera un «mafioso». Todo el rato se comporta y decide exactamente igual que un capo de la mafia, no un faraón.
La histora está mal explicada, sin añadir ningún atractivo. La escenificación de las plagas es confusa y no tiene la progresión dramática necesaria.
En cuanto al rigor histórico, me extraña que después de oír a Ridley Scott hablar con todo detalle de lo que se había documentado sobre del Imperio Romano para Gladiador, aquí cometa tantos fallos. El principal son los caballos. Cuando empieza la película asistimos a una batalla entre los egipcios y los hicsos en la que vemos jinetes al galope por ambas partes. Después seguiremos viendo jinetes continuamente e incluso un entrenamiento a caballos de los esclavos hebreos. 
La historia sucede entre 1800/1500 a.C. y en esa época los egipcios no montaban los caballos porque no tenían los arreos necesarios para hacerlo (por ejemplo: el estribo se inventó en el siglo I a.C.). Sólo utilizaban el caballo en la guerra tirando un carro ligero. Nunca como jinetes. Los hicsos fueron los primeros en usar el caballo como jinetes, pero a los egipcios no le dio tiempo a adaptarse tan deprisa.
Cabe decir que en la cinta de 1956, «Los Diez Mandamientos», no aparecen jinetes. Ramsés sale con carros ligeros (centenares) exclusivamente a la busqueda de los hebreos (hay un momento en que Joshua -John Derek- aparece a caballo, pero es disculpable, ya que si fuera en otra cabalgadura sería ridículo) . O en las recientes «La Momia» tampoco aparecen… afortunadamente.

Sinuhé el egipcio, 1954

«Sinuhé el egipcio»  (The Egyptian)

Michael Crutiz
USA 1954

v.o.s.
color y cinemascope
140 min.

Superproducción de la 20th Century Fox con un montón de nombres conocidos y que lleva a pantalla la novela homónima de Mika Waltari de gran éxito desde su publicación en 1945.
La historia narra la vida en primera persona del egipcio Sinuhé en tiempos de los faraones. Abandonado de niño en un junco (como Moisés), se convertirá en médico (de aquellos que no paran de hacer trepanaciones cerebrales como si todo se curara abriendo el cerebro), se enamora de una mala mujer que lo lleva a lo peor de sí mismo, etc.
La narración es muy interesante y como novela su lectura es muy atractiva, pero la película hace una muy mala selección de actores: tanto en el protagonista; Edmund Purdom como Sinuhé que lo hace fatal, así como Victor Mature como el general Horemheb. Los dos están horrorosos.
Los otros actores son correctos: tanto la tan criticada Bella Darvi como Nefer, o Jean Simmons, Gene Tierney o Peter Ustinov.
A pesar del alto coste de producción, la película fue un cierto desastre en taquilla. Debido a que seguramente fue un proyecto de productor (Zanuck, en aquel momento amante de Bella Darvi), en el que predominaba la grandiosidad en lugar de la cordura. Protagonista inadecuado. Demasiado larga. Al director no se le ve por ningún sitio, etc.

Quo Vadis, 1951

«Quo Vadis«

Mervyn LeRoy
USA 1951

v.o.s.

Basada en la novela de Henry Sienkiewicz, un ferviente católico polaco en 1895. Había sido llevada a  pantalla de forma fastuosa por Italia en 1912 y 1925, causando gran impresión en el público estadounidense. La MGM intentó hacer lo propio pero el proyecto fue retrasándose hasta materializarse inmediatamente después de acabada la segunda Guerra Mundial. Se rodó en Italia en los estudios de Cinecittà (construidos por Mussolini), por los medios puestos a su alcance, la facilidad de extras (más de 30.000) a precios muy bajos y la posibilidad de localizaciones acordes con la historia.
 
Se trata de una gran producción de casi tres horas de duración, rodada en Tecnicolor. En los papeles principales encontramos a Robert Taylor como Marcus Vinicius, Deborah Kerr  como Lygia y Peter Ustinov como Nerón. La historia transcurre en tiempos de Nerón, con el incendio de Roma, la persecución de los cristianos y la muerte del tirano. La expresión de «Quo Vadis» significa: ¿Adónde vas?. Frase que en teoría le hizo San Pedro a Jesús cuando sale de Roma.
 
A mí «Quo Vadis» no me gusta. Me es imposible no contraponerla a «Ben-Hur» (1959) precisamente también de la MGM. Ben-Hur de estructura muy parecida se fundamenta en varios ejes muy potentes: la amistad/odio entre Ben Hur y Mesala, la caída y ascenso de Ben Hur, las galeras y la batalla naval y por supuesto la carrera de cuadrigas. Por no decir que la banda sonora de Ben-Hur compuesta por Miklos Rózsa (el mismo compositor de Quo Vadis) es el culmen de la carrera del músico. De hecho todas sus bandas sonoras son un proyecto o recreación de Ben-Hur.
 
En cambio, la estructura de «Quo Vadis» es de naturaleza totalmente romántica, con toques políticos y de escenificación del martirio de los cristianos.
 
No me gusta «Quo Vadis» porque no me gusta ninguno de sus intérpretes. Robert Taylor está muy antipático, siempre con un gesto molesto y agrio. Deborah Kerr demasiado orgullosa y altiva. Peter Ustinov como Nerón, tan reconocido y alabado por ello, es una pura caricatura que peca de exceso y poco sutilidad. De todos los demás secundarios no me quedaría con ninguno. Popea parece salida de una mala película de romanos italiana o péplum.
 
Después el vestuario y la decoración tampoco me gustan. Los trajes son demasiado nuevos y relucientes (acabados de hacer sin ningún tratamiento posterior). Hay demasiado brillo y dorados. Se muestra una suntuosidad impropia del Imperio Romano que era bastante austero y más parece que nos encontremos en Persia o una corte oriental. Los edificios en sí y los suelos son adecuados, pero los adornos son excesivos.
 
Algunos de los efectos especiales están muy mal hechos, como por ejemplo, las trasparencias de la carrera por llegar a Roma de Marcus. Su capa roja se recorta en un ribete azul muy visible. Sin embargo, el incendio de la ciudad eterna es quizá de lo mejor. Bien realizado y el movimiento de masas creíble (dicen que el director se basó en sus recuerdos del terremoto de San Francisco).
 
 
 
En cuanto al tratamiento del tema, hay esa mezcla tan extraña, marca de la casa Cecil B. DeMille, de alternar escenas paganas llenas de sensualidad y libertinaje, con otras extremadamente piadosas, y así en base a un supuesto rigor histórico colar planos que de otra manera no serían aceptables. También hay ese gusto por lo sádico y lo truculento al mostrar el martirio de los cristianos. Todo ello, al parecer, muy del gusto de una audiencia mayoritariamente cristiana. Lo que no deja de ser paradójico, ya que estos entretenimientos eran confeccionados mayoritariamente por judíos en el estudio, en la producción y en la dirección. Hubiera sido extremadamente curioso ver que clase de película hubiera dirigido John Huston que era en principio quien estaba previsto junto con Gregory Peck para Marcus. 
 
La película gustó mucho en su época y permitió la realización posterior de cintas similares, hasta que llegó «Cleopatra» que fue un desastre económico y llevó a la ruina al estudio (20th Century Fox), por lo que se dejaron de hacer este tipo de epopeyas hasta prácticamente la actualidad con «Gladiator» (2000)

ver también títulos de crédito
ver también ya visto
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El cáliz de plata, 1954

«El cáliz de plata»  (The Silver Chalice)

Victor Saville
USA 1954

v.o.s.
CinemaScope

Cincuenta años después de Cristo, en Antioquía hay un joven que pasa de pobre a rico y luego a esclavo, que es un gran artista en orfebrería. Es requerido por los seguidores de Jesús para fabricar un cáliz que contendrá la copa de la última cena.
 
Presentación en la gran pantalla del actor Paul Newman, en una película y en un papel que le dejaría traumatizado de por vida, tanto como para no hacer nunca más ninguna cinta con túnica corta o de romanos. Incluso, con ocasión de un pase televisivo, puso un anuncio en un diario para que nadie viera la película, con lo que logró el efecto contrario.
 
Parece una reacción exagerada por parte de Newman, pero una vez vista, estoy de acuerdo con él. Se trata de una película extraña por varios motivos: en primer lugar los decorados; son teatrales y abstractos, muy poco adecuados para la cinta. Después el guión y los diálogos: es como una confusión entre cine religioso y de aventuras. Muchas escenas son de vergüenza ajena como el ataque de Basil (Newman) y su compañero, en camello a unos enemigos. Las dos protagonistas femeninas, aunque guapas, Virginia Mayo como la mala y Pier Angeli, como la buena, también están raras y para raro del todo el mago Simon (Jack Palance) con su memorable escena de volar ( y luego nos dejan sin saber que le pasa a Helena (V. Mayo)
 
En general un despropósito de película sin que sepamos a ciencia cierta por qué, que quizá es curioso revisar.
 
cartel promocional digno de tan extraño proyecto
 

Los diez mandamientos, 1956

«Los diez mandamientos»  (The Ten Commandments)

Cecil B. DeMille
USA 1956

v.o.s.

DeMille ya había dirigido «Los diez mandamientos» en 1923, en blanco y negro y muda. Ahora volvía a hacerlo con cámaras VistaVisión y en Technicolor. Con una duración de casi cuatro horas (220 minutos) y parte del rodaje en Egipto.  El resultado: una película espectacular, enormemente rentable (costó 13 millones de dólares y su recaudación está por encima de los 80) y tan sólo un Oscar a los efectos especiales.

Con una presentación suntuosa que incluye obertura, intermedio y final musical con la banda sonora de Elmer Bernstein y la asombrosa presencia del propio Cecil B. De Mille saliendo de unas cortinas como de teatro y explicando al público lo que van a ver.

Lo primero que me sorprende al volver a verla es lo engañosa que es. Las escenas de grandes masas se reducen a dos ocasiones: la salida de Egipto y el cruce del Mar Rojo, el resto de la película son escenas prácticamente íntimas con dos o tres personajes hablando. La impresión es que los diez mandamientos es un excusa para hablar de un triángulo amoroso. Se dedica casi media cinta a narrar unos supuestos hechos de la juventud de Moisés, inventados, que es lo que sustenta toda la historia. Moisés crece en palacio como hijo de la hermana del Faraón Sethi y compite con Ramsés, el hijo del propio Faraón,  por lograr el trono y la mano de Nefretiri que es la hermana de Ramsés (circunstancia que queda poco clara para que no sea evidente el incesto). Esta competencia entre pseudoprimos frente al Faraón y la princesa y el descubrimiento de que Moisés no es hijo de la hermana del Faraón, sino de esclavos y su posterior caída en desgracia, es lo que verdaderamente sustenta la historia de la película. Todo lo demás es un más a más.

Esta tensión entre los tres personajes está magníficamente representada por Charlton Heston como Moisés, Yul Brynner como Ramsés y Anne Baxter como Nefretiri (con un vestuario espectacular). Hábilmente hay el apoyo de otros contrapesos actorales como Edward G. Robinson como el malo entre los suyos, y la pareja joven Debra Paget y John Dereck como Joshua, entre otros.

Se trata de una gran película que merece el puesto de honor que ocupa en la Historia del Cine, por su gran esfuerzo de producción, resultado y vocación de convocar a grandes masas para verla y satisfacerlas tanto si esperan ver una representación religiosa o simplemente una historia de amor y odio, de esas que siempre funcionan.

Anexo
Con la facilidad con la que se suelen inventar cosas de éste u otro personaje bíblico, es sintomático que nunca se represente a Moisés tal como era, tartamudo o «torpe de palabra», de forma que al comentárselo a Yahveh que él no podría hablar con el Faraón por su imposibilidad verbal, Dios (en lugar de obrar un milagro y curarlo) le sugiere que sea su hermano Aarón quien hable por él. (seguramente para evitar que Moisés no se creyera en exceso el papel de libertador ¿?, digo yo)