Mujercitas, 1949

«Mujercitas»  (Little Woman)

Mervyn LeRoy
USA 1949

v.o.s.
color

Puede parecer que el mensaje implícito de la obra original de Louisa M. Alcott, cuya principal virtud es estar publicado en 1868 (es decir, es contemporáneo a la historia que cuenta), contiene cierta dosis de modernidad y apoyo al progreso de la mujer en la sociedad, pero, pero por alguna razón que no sé definir me provoca cierta urticaria comparable a la que me producen las películas de Walt Disney.
Cuatro jóvenes hermanas y su madre deben asumir la ausencia del padre durante la Guerra de Secesión americana. Cada una tiene un carácter peculiar que determinará su futuro en la vida.
Decepción ante esta adaptación, cuya única cualidad reside en ver a los conocidísimos actores y oírla en versión original. Tiene una fotografía y un color muy bonitos, pero está rodada toda en interiores y decorados, que pueden resistirse más o menos, salvo cuando una de las chicas viaja a Nueva York para ver mundo y sólo hay tomas del interior de la casa donde vive.
De las actrices destacaría a Margaret O’Brien, siempre asombrosa, y su capacidad para llorar y dramatizar. 

Hampa dorada, 1931

«Hampa dorada»  (Little Ceasar)

Mervyn LeRoy
USA 1931

v.o.s.»

En ese momento hubieron tres películas muy significativas del género de gángsters: ésta, «Enemigo público» (1931) y «Scarface» (1932), que marcaron época y entraron con fuerza en el nuevo cine sonoro. De las tres, Little Caesar es la que menos me gusta, la que está más cerca del cine mudo.
 
La presencia de Edward G. Robinson es destacada, pero muy esquemática. Para darle algún interés romántico incluyen la presencia de Douglas Fairbanks Jr. en plan guapo, como el amigo del protagonista, y a pesar de que es un actor que me encanta, sus registros son limitadísimos. 
 
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Quo Vadis, 1951

«Quo Vadis«

Mervyn LeRoy
USA 1951

v.o.s.

Basada en la novela de Henry Sienkiewicz, un ferviente católico polaco en 1895. Había sido llevada a  pantalla de forma fastuosa por Italia en 1912 y 1925, causando gran impresión en el público estadounidense. La MGM intentó hacer lo propio pero el proyecto fue retrasándose hasta materializarse inmediatamente después de acabada la segunda Guerra Mundial. Se rodó en Italia en los estudios de Cinecittà (construidos por Mussolini), por los medios puestos a su alcance, la facilidad de extras (más de 30.000) a precios muy bajos y la posibilidad de localizaciones acordes con la historia.
 
Se trata de una gran producción de casi tres horas de duración, rodada en Tecnicolor. En los papeles principales encontramos a Robert Taylor como Marcus Vinicius, Deborah Kerr  como Lygia y Peter Ustinov como Nerón. La historia transcurre en tiempos de Nerón, con el incendio de Roma, la persecución de los cristianos y la muerte del tirano. La expresión de «Quo Vadis» significa: ¿Adónde vas?. Frase que en teoría le hizo San Pedro a Jesús cuando sale de Roma.
 
A mí «Quo Vadis» no me gusta. Me es imposible no contraponerla a «Ben-Hur» (1959) precisamente también de la MGM. Ben-Hur de estructura muy parecida se fundamenta en varios ejes muy potentes: la amistad/odio entre Ben Hur y Mesala, la caída y ascenso de Ben Hur, las galeras y la batalla naval y por supuesto la carrera de cuadrigas. Por no decir que la banda sonora de Ben-Hur compuesta por Miklos Rózsa (el mismo compositor de Quo Vadis) es el culmen de la carrera del músico. De hecho todas sus bandas sonoras son un proyecto o recreación de Ben-Hur.
 
En cambio, la estructura de «Quo Vadis» es de naturaleza totalmente romántica, con toques políticos y de escenificación del martirio de los cristianos.
 
No me gusta «Quo Vadis» porque no me gusta ninguno de sus intérpretes. Robert Taylor está muy antipático, siempre con un gesto molesto y agrio. Deborah Kerr demasiado orgullosa y altiva. Peter Ustinov como Nerón, tan reconocido y alabado por ello, es una pura caricatura que peca de exceso y poco sutilidad. De todos los demás secundarios no me quedaría con ninguno. Popea parece salida de una mala película de romanos italiana o péplum.
 
Después el vestuario y la decoración tampoco me gustan. Los trajes son demasiado nuevos y relucientes (acabados de hacer sin ningún tratamiento posterior). Hay demasiado brillo y dorados. Se muestra una suntuosidad impropia del Imperio Romano que era bastante austero y más parece que nos encontremos en Persia o una corte oriental. Los edificios en sí y los suelos son adecuados, pero los adornos son excesivos.
 
Algunos de los efectos especiales están muy mal hechos, como por ejemplo, las trasparencias de la carrera por llegar a Roma de Marcus. Su capa roja se recorta en un ribete azul muy visible. Sin embargo, el incendio de la ciudad eterna es quizá de lo mejor. Bien realizado y el movimiento de masas creíble (dicen que el director se basó en sus recuerdos del terremoto de San Francisco).
 
 
 
En cuanto al tratamiento del tema, hay esa mezcla tan extraña, marca de la casa Cecil B. DeMille, de alternar escenas paganas llenas de sensualidad y libertinaje, con otras extremadamente piadosas, y así en base a un supuesto rigor histórico colar planos que de otra manera no serían aceptables. También hay ese gusto por lo sádico y lo truculento al mostrar el martirio de los cristianos. Todo ello, al parecer, muy del gusto de una audiencia mayoritariamente cristiana. Lo que no deja de ser paradójico, ya que estos entretenimientos eran confeccionados mayoritariamente por judíos en el estudio, en la producción y en la dirección. Hubiera sido extremadamente curioso ver que clase de película hubiera dirigido John Huston que era en principio quien estaba previsto junto con Gregory Peck para Marcus. 
 
La película gustó mucho en su época y permitió la realización posterior de cintas similares, hasta que llegó «Cleopatra» que fue un desastre económico y llevó a la ruina al estudio (20th Century Fox), por lo que se dejaron de hacer este tipo de epopeyas hasta prácticamente la actualidad con «Gladiator» (2000)

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La reina del Vaudeville, 1962

«La reina del Vaudeville»  (Gypsy)

Mervyn LeRoy
USA 1963

v.o.s.

La reina del burlesque (no del Vaudeville, o se ha de leer como una ironía)  Gypsy Rose Lee (1911-1970) escribió un libro con su biografía (1957) que se convirtió en un musical (1959) de Jule Styne y Stephen Sondheim de bastante éxito. En 1963 se llevó a la gran pantalla.
 
Gypsy explica en clave de musical la vida de la artista con una madre posesiva y excesiva que desea que sus dos hijas triunfen en el mundo del vaudeville. Gypsy nacida como Louise es la menos afortunada de las dos hermanas y siempre queda relegada a papeles de niño o de relleno. Cuando su hermana June se marcha para seguir su carrera personal, Louise que tiene un contrato por error en el burlesque descubre sus posibilidades para ser una stripper, donde llega a triunfar con un estilo personalísimo y casi inimitable.
 
He visto grabaciones originales y la clave viene a ser que Gypsy parecía una guapa ama de casa típica y súper clásica estadunidense, que era capaz de desnudarse, lo que tenía bastante morbo. Corrían los años 40 y 50.
 
Esta fue una película que se estrenó en España, tarde y mal. Seguramente por aquello de que había muchas canciones y se tenían que subtitular. Es verdad que hubieron musicales que triunfaron, pero por lo general, el musical americano en este país siempre ha tenido una vida complicada.
 
Por otro lado y como ya dije días pasados a propósito de «Tía y Mama», también siempre ha habido alguna clase de problema con la actriz Rosalind Russell. Si se miran sus películas, casi ninguna fue un gran éxito aquí, no sé exactamente por qué. En esta cinta Rosalind interpreta a la madre, papel para el que se requieren grandes dotes interpretativas y ella está a la altura, pero, resulta un papel muy antipático y en casi ningún momento se gana nuestras simpatías. Es un personaje decididamente negativo.
 
En cuanto al papel de Gypy de mayor es Nathalie Wood quien le da vida, de una forma bastante adecuada. Supongo que para ella debió de ser un pequeño trauma hacer este papel, ya que su madre en la vida real era igual a la de la ficción.
 
Para quienes crean que van a ver a Nathalie Wood haciendo de stripper, cabe advertir que ese segmento de su historia está al final, final de la película y sólo podemos entrever lo que se suponía que era.
 
Resulta un poco perturbador oír una canción, que se repite varias veces de «I have a dream», que tiene otro título, pero esa frase se repite sin cesar. Dado que el musical es de 1959 y el famoso discurso de Martin Luther King de «I have a dream» es de 1963, no quiero pensar que se inspirara en esta canción ¿?