« Lo nuevo y lo viejo » (= La Línea General)
Serguei Eisenstein
Unión Soviética, 1929
cine mudo (duración casi dos horas con letreros)
Si el cine de Eisenstein fuera sólo propaganda soviética, o de la que fuera, su interés sería limitado, quizá sujeto exclusivamente a ser un testimonio de su época, lo que por otra parte también es muy importante.
Sin embargo, el cine del director ruso es mucho más. El director no se limita a narrar unos hechos de forma convincente y sin duda, manipuladora, sino que sigue desarrollando las técnicas que le han hecho famoso (El acorazado Potemkin, 1925) de montaje, primeros planos dramáticos, doble exposición, etc. así como la utilización de actores no profesionales. En este caso no hay secuencias tan especialmente destacables como la escalera de Odessa, pero todo el conjunto es interesante.
En el caso de esta película nos narra de forma semi documental dramatizado la situación del campo en la Unión Soviética y se supone contemporáneo a la fecha de la cinta, 1929. Marfa Lapkina es una campesina pobre aplastada por la imposibilidad de prosperar y de sobrevivir. Pide ayuda a los ricos del pueblo y no le hacen caso. La presencia de los comités comunistas es inapreciable, pero con la ayuda de éstos se logra convencer a parte del pueblo para instalar una cooperativa lechera. Tras el éxito de esta primera iniciativa, los aldeanos pretenden gastarse el excedente económico en contra de la opinión de Marfa que desea crear una cooperativa bovina. Nuevamente es ayudada por los comunistas para convencerlos aunque sea a regañadientes. Los ricos y la Iglesia no se resisten a perder su poder y envenenan al semental. Afortunadamente quedan sus terneros. Empiezan a tener éxito y ahora necesitan un tractor. Los burócratas de la ciudad (que ya son comunistas) se han acomodado y sólo crean obstáculos. Gracias a la tenacidad de Marfa son superados.
Vemos como en el campo se vive como en tiempos de la Prehistoria. Las leyes favorecen el empobrecimiento general al dividirse las propiedades entre hermanos. Las personas están a merced de su suerte y son menos que animales. En la ciudad ya se nota el progreso comunista. Altos y modernos edificios. Plantas de investigación y desarrollo animal. El retrato de Lenin (muerto en 1924) preside todos los lugares. Pero ese desarrollo no ha llegado al campo. El progreso es lento y los enemigos muchos: el atraso e ignorancia de los campesinos, los poderes locales y la burocracia estatal.
El futuro es el campesino inocente y las máquinas. Las máquinas nos llevarán a un mañana venturoso, dónde el hombre ya no será un animal de carga. El campo será de todos y sus frutos también. Pero no debemos envanecernos, no debemos convertirnos en lo que hemos odiado, sino seguir siendo inocentes y puros. Bueno, esto es lo que nos cuenta. Si después fue un fracaso en la práctica, eso lo explica la Historia.