Inquietudes, 1985

«Inquietudes»  (Trouble in Mind)

Alan Rudolph
USA 1985

v.o.s.

Alan Rudolph es un director que tiene bastantes seguidores, diría incluso que es de culto. Tuvo algunas películas significativas en su momento. Ahora casi no hace nada. El otro día vi «Los modernos» que no me gustó, pero pense que era cincunstancial. Después de ver esta cinta, creo que no.
Rudolph nació en Los Angeles, pero no sé porque tengo la manía de que es canadiense. Desde luego su cine me parece canadiense, en el sentido de lo que piensan los estadounidenses de su país vecino. Me parece totalmente extraño, pretencioso, disperso e irritante.
Me pregunto cómo es posible conseguir que odies a todo el casting. A todo. Kris Kristofferson y Keith Carradine me parecen espantosos y malos actores, pero todos los demás también.
La historia es de un expolicía pasado por la cárcel que vuelve a la ciudad, al bar de una amante que ya no quiere serlo que se cruza con la historia de una pareja de atontados que viven un una furgoneta con un bebé. Y entonces el poli se olvida de la amante y ve en la nueva chica su redención y el pocas luces del marido que va cambiado de carácter como de peinado y traje, cae en la delincuencia más estúpida, hasta que ve le ilumina una neurona y se enrola en el ejercito, en fin…
A favor de la cinta, puede decirse que hay una cierta dosis de humor y que la fiesta casi al final es divertida. Pero todo lo demás es insufrible, además filmando de varias maneras una escena que piensan que es guay (p.e. abrir la puerta del coche con agua) al estilo español, por si la audiencia no lo capta.
Es tan insoportable que no he podido ni disfrutar de una supuesta estupenda banda sonora.

Los modernos, 1988

«Los modernos»  (The Moderns)

Alan Rudolph
USA 1988

v.o.s.

Alan Rudolph es en ocasiones un director interesante, con tendencia a la morosidad, elusivo y falto de concreción, que no entiendo por qué no dirige desde 2002. Ha tenido algún éxito y algunos declarados fracasos. Yo diría que en esta cinta pertenece a los últimos.
Situar la acción en el París de los años veinte, lleno de americanos, con la efervescencia de la modernidad en pintura es sin duda atractivo. Tiene algunas ideas positivas, como las reflexiones sobre el arte, pero pocas.
La película se centra en mostrarnos a Keith Carradine (un actor sin duda limitado) como un improbable pintor, intentando reconquistar a un antiguo amor (Linda Fiorentino, aún más limitada que él), dando paso a una serie de escenas de una limitación al cuadrado, que llegan al total ridículo cuando se añade el personaje que interpreta el actor de Hong Kong, John Lone. Ridídulo que es redondeado por el extraño personaje de una galerista que interpreta Genevieve Bujold escondida entre unos extraños pañuelos de cabeza como si estuviera convaleciente de alguna enfermedad.