«Dioses y monstruos» (Gods and Monsters)
Bill Condon
USA 1998
v.o.s.
James Whale fue un director inglés que triunfó brevemente en Hollywood con las primeras películas de Frankenstein. Su homosexualidad era perfectamente conocida y después de unos problemas cerebrovasculares se suicidó ahogándose en su piscina en 1957, a los 67 años.
Usando la parte conocida, más una ficción sobre la posible amistad del director con un fornido jardinero en sus últimos días, al que le cuenta sus vivencias, el escritor Christopher Bram elaboró una novela en la que se basa la película.
Contar con Ian McKellen como protagonista es la mejor de las opciones, no ya porque sea homosexual declarado, sino porque es inglés y por su edad. Brendan Fraser como oponente joven y bien parecido podría funcionar. Pero por alguna clase de razón todo el proyecto naufraga y no logra sus objetivos.
Hay que tener cuidado en no considerar cualquier cinta de homosexuales o lesbianas interesante de por sí. Como tampoco lo son cualquier alegato en contra de la guerra, o el maltrato, o cualquier tipo de denuncia social. Una película funciona o no, prescindiendo de la temática.
En «Dioses y monstruos» late un buen argumento, pero no funciona. Puede que la producción sea demasiado barata y quede demasiado centrada en las relaciones de los dos personajes, como si fuera una obra de teatro. Pero esa relación es más que nada incómoda, no hay un verdadero progreso de comprensión entre ambos. Hay algo que chirría y no se sabe muy bien que es.
En parte tengo la sensación que todo el rato me están diciendo que el protagonista, James Whale es singular, no porque sea alguién creativo e inteligente, sino que lo era por ser homosexual, lo cual es absurdo. Como si alguien heterosexual poseyera otras cualidades por serlo. Es posible que cuando estaba prohibido y censurado cualquier comportamiento no aceptado se pudiera sublimar, pero ahora no al caso. Hay en la película cierto proselitismo y un dejar caer que el simple contacto intelectual con un homosexual nos puede abrir las puertas de nuestras posibilidades.