«Duelo al sol» (Duel in the Sun)
King Vidor
USA 1946
v.o.s.
color
A mí no me gusta demasiado el Western, pero estas tardes de verano se están revelando como ideales para revisar el género. En principio no me entusiasma porque es demasiado reiterativo y las excusas argumentales muy parecidas, aparte de su esquematismo como una tragedia griega. Sin embargo, también es cierto que el género está provisto de grandes bandas sonoras, grandísimas bandas sonoras.
«Duelo al sol» es un western en color, muy en color, con un cromatismo salvaje y desmesurado, que ya se advierte en los títulos de crédito y sigue en el maquillaje de Jennifer Jones a la que han convertido en mestiza. Con un abuso de las puestas de sol que harían palidecer al mismísimo Steven Spielberg tan aficionado él a usarlas.
«Duelo al sol» es un western arrebatado y kitsch en el que casi todo chirría y al mismo tiempo alzanca la sublimidad por su falta de contención, por su fatalismo, por el erotismo soterrado y por la profunda simpatía que nos producen todos y cada uno de los personajes.
El casting es fantástico e insuperable, entre los que se encuentran : Jennifer Jones, Gregory Peck, Joseph Cotten, Lionel Barrymore, Walter Huston,Lillian Gish, Charles Bickford, Herbert Marshall.
Me gusta la escena de apertura en la que vemos a Perla (Jennifer Jones) bailando en la puerta de un local imitando a su madre india que está baliando dentro. La cámara entra en un local inmeso con una algarabía descomunal, una especie de ruleta enmarca la entrada de forma que le da más intensidad. La madre al fondo en una danza frenética. El padre, Herbert Marshall (maravilloso en un papel escaso) juega a las cartas y no le quita ojo. La tragedia está lista.
Jennifer Jones como Perla está estrambótica con una colección de posturas y gestos extraños y al mismo tiempo sublime, guapa como nunca. La que sería esposa en David O. Selznick tenía que quedar inconmensurable. No hay palabras para describir la escena de cuando está fregando arrodillada en el suelo. Gregory Peck está encantador y seductor. Todos los demás: memorables.
A Selznick que no estaba contento con nada y no hacía más que hacer cambios erráticos, no le gustaba demasiado la banda sonora de Dimitri Tiomkin pero es la que se quedó. No está mal, pero tampoco es de las mejores del compositor.