«James y el melocotón gigante«
(James and the Giant Peach)
Henry Selick
USA 1996
Película mezcla de actores reales y animación presentada por Walt Disney y coproducida por Tim Burton. Su director cuenta en su haber «Pesadilla antes de Navidad» 1993.
La historia está basada en un cuento de Roald Dahl y discurre y se desarrolla de forma bastante creativa y con buen hacer. Las canciones siempre me parecen pesadas y más si están traducidas, pero es algo consustancial al género.
Sin embargo, hago este comentario para señalar algo que me ha llamado la atención: si bien la historia se aparta de las narraciones trilladas, ya que en este caso un niño viaja a Nueva York en un melocotón gigante acompañado de insectos, el entorno en sí corresponde a los habituales: niño huérfano en manos de unas parientes malvadas sufriendo toda clase de calamidades cual Cenicienta y de todo lo cual puede escapar gracias a su imaginación. Que en principio parece estar bien, pero, viendo la historia que no deja de ser profundamente rara, surge una sensación de incomodidad y me doy cuenta de que lo que vemos es la perspectiva de James, él ve las cosas así, y sinceramente si las ve así es un perturbado y un psicópata en potencia. Un niño que se imagina que lo torturan, que odia a sus familiares y que ve en ellos a monstruos, que se siente a gusto rodeado de bichos; araña, gusano, ciempiés… que torturan a unas gaviotas y que se acaba instalando en Nueva York en una vivienda solo y rodeado de sus bichos, no sé… todo es bastante siniestro.
Ya me dí cuenta de esta faceta de Roald Dahl en su otra adaptación al cine de un cuento suyo: «Matilda», también de 1996. En el que una niña superinteligente y con poderes contempla la realidad de una forma distorsionada y acaba secuestrando a una pobre maestra para que le sirva de apoyo en sus fantasias delirantes.
Cuando era pequeña me gustaban muchísimo estas historias y si hacemos un ejercicio de identificación con sus protagonistas nos sentimos reconfortados en nuestras singularidades y discrepancias del mundo de los adultos, pero cuando se miran desde otra óptica, resultan altamente pertubadoras y negativas. La fantasía está muy bien, pero es mejor que nos reconcilie y nos ayude a vivir en el mundo, en lugar de predisponernos en contra suya.