Bullitt, 1968

«Bullitt«

Peter Yates
USA 1968

v.o.s.

Tenía ganas de volver a verla para repasar la banda sonora Lalo Schifrin, que por cierto es acertadísima, y me he llevado una gran sorpresa al comprobar lo bien que se conserva y además, lo llena que está de elementos que la hacen muy interesante.
La película fue en su momento, y continúa siendo famosa por la persecución en las calles de San Francisco de un Mustang conducido (fue doblado parcialmente por seguridad) por Steve McQueen conocido por su afición a las carreras, y un Dodge. Es evidente que por muy novedosa y espectacular que fuera la persecución en su momento, ahora no puede apreciarse porque ha sido ampliamente superada, sin embargo, cabe decir que sigue funcionando, aunque solo sea por los baches de las pendientes de la ciudad.
El argumento es simple y además objeto de multitud de series de televisión anteriores y posteriores. Un político local con ansias de promoción (Robert Vaughn) encarga a un inspector de policía (Steve McQeen) y su equipo, la custodia especial de un testigo protegido durante el fin de semana. No parece un trabajo difícil, pero las cosas se complicarán.
A nivel de historia, la película no supone ninguna novedad, lo que realmente es nuevo son los detalles. Intentaré describirlos:
El personaje de Bullitt: tanto por estar interpretado por Steve McQueen que ya le da mucho peso, como por que McQueen se inspirara en el inspector real Dave Toschi, conocido por los asesinatos del zodíaco. Tiene una personalidad compleja que se mueve entre el ambiente sórdido de su trabajo y su novia (Jaqueline Bisset) arquitecta, que muestra un mundo tranquilo y de diseño que es completamente opuesto, y esa oposición la percibimos como algo socialmente anómalo, lo que es novedoso.
El cuidado en el vestuario de Bullit es más que evidente. Al ser fin de semana se le permite lucir una serie de elementos de vestuario: zapatos de gamuza, que crearon estilo.
Que se permitiera rodar de una forma inusual en las calles de San Francisco. 
La forma de rodar: tanto por los encuadres, como por crear la sensación de proximidad al situar la cámara de forma que tenemos la sensación de estar espiando lo que sucede, sin necesidad de colocar la cámara en el cogote (lamentable costumbre actual) del protagonista y seguirlo. Y además de una manera sutil, no evidente. Te has de fijar.
Los compañeros de Bullit tienen una dimensión distinta. La preocupación de Bullit por ellos y como se interesa por su suerte les da otro nivel. 
Los secundarios también tienen todos como un peso actoral especial, desde el malicioso político que interpreta Robert Vaughn (que después quiso hacer carrera en la política y no pudo debido a que la gente lo recordaba de este papel), a el lujo infinito que representa ver a Robert Duvall hacer un papelito de nada de taxista.
Concluyendo: la película tiene algo muy difícil de conseguir y de obtener: estilo. Viéndola te das cuenta de lo que se ha perdido en la industria del cine, que parece ahora tan solo preocupada por reventar la taquilla.
*