«El cazador» (The Deer Hunter)
Michael Cimino
USA 1978
v.o.s.
Con ocasión de la muerte de Cimino el pasado día 2, me decido a ver su indiscutible obra maestra multipremiada con cinco Oscars entre otros galardones. Se trata de una historia previa que el director modifica firmando el guion.
A finales de los años sesenta. Un pueblo industrial de Pennsylvania con población de origen ruso. Tres amigos: Mike (Robert de Niro), Nick (Christopher Walken) y Steven (John Savage) están a punto de marchar a Vietman, uno de ellos se casa. El ambiente de la acería donde trabajan. Los preparativos de la boda, la celebración en la iglesia y el convite; todo ello marcado por las tradiciones rusas pero integradas en lo americano de lo que se sienten muy orgullosos. Camaradería, bebida, bromas, novias, etc. Salida a cazar ciervos.
En una especie de segunda parte estamos ya en Vietman. Una escaramuza dramática en un poblado e inmediatamente ya los tres amigos en poder del enemigo que los obliga a jugar a la ruleta rusa. En la tercera parte hay el regreso de Mike, el reencuentro con Steven es un hospital y el regreso a Saigon para recuperar a Nick.
A pesar de toda la fama de la película, yo nunca había querido verla (había visto trozos) porque imaginaba perfectamente lo que era. Y así ha sido. Por alguna razón no conecto con Cimino y aquí tampoco lo he hecho, aunque reconozca que se trata de un gran trabajo, pero las intenciones del director se me escapan.
Cimino nació en Nueva York en una familia de ascendencia italiana. Al igual que en su película posterior de 1980 «
La puerta del cielo«, el director hace una defensa y elogio de emigrantes procedentes de Este de Europa. En este caso es Rusia. Es un factor importante porque nos cuenta cosas que en verdad tampoco podemos entender ya que no hemos vivido esa situación, pero es un tipo de emigrante que sin renunciar a sus raíces se ha integrado de una forma intensa en la idea de Estados Unidos, ha adquirido un orgullo de ser estadounidense que hubiera sido imposible sentir de igual manera en sus países de origen. Son las masas desheradas del viejo mundo que adquieren nueva identidad en Estados Unidos.
Y precisamente porque hay ese orgullo de ser americano, la película no es una crítica al Vietman, aunque pueda parecerlo (*). No hay más que ver cómo el oficial Mike regresa a su casa orgulloso con un uniforme lleno de medallas que no se quita ni para dormir. Se habla del Vietman como de cualquier guerra, hay sí ese tono de sentimiento de pérdida de algún tipo de inocencia y de antibelicismo en general. También hay una lectura de que solo los fuertes (Mike) sobreviven, los que no se ofuscan y aprenden. No sé cómo interpretar en un rizar el rizo que se cante el himno «God Bless America» por parte de los amigos al final.
Tiene el mérito de estar rodada un año antes que Apocalypse Now de Coppola, por lo que algunas imágenes de guerra son muy originales. Todo el tratamiento de la historia tiene un marcado acento documental: se nos muestra, no se nos explica, lo que resulta bastante singular, si bien, para mí la boda es demasiado larga.
Otro atractivo importante es la elección de actores y su interpretación. Todos ellos hacen un trabajo magnífico.
Sin duda una obra importante con la que me cuesta sintonizar. Pero me gusta especialmente la segunda cacería del ciervo, cuando Mike demuestra su nueva sensibilidad frente a las armas y la caza.
Película en la lista AFI. Ocupa el
puesto 73 en 1998
puesto 53 en 2007
(*) La parte del regreso a casa me ha recordado a «
Los mejores años de nuestra vida» (The Best Years of our Life, 1946) en la que se contemplan los devastadores efectos de la guerra en los excombatientes, pero no se critica a la guerra en sí.