«Deadpool«
Tim Miller
USA 2016
Aquí está pasando algo, porque ni me ha gustado, ni me ha hecho gracia. No estamos ante una simple película de superhéroes, sino de un cierto fenómeno de masas y puntuada por IMDb con un 8,5
Primera cinta de un superhéroe menor de la marca Marvel caracterizado por ser como una parodia de los clásicos, irreverente, mal hablado, etc. Interpretado por Ryan Reynolds.
Un exagente de las fuerzas especiales que malvive de extorsionar o intimidar a otros extorsionadores o intimidadores, después de haberse enamorado hastas las cachas de una prostituta, que acabará no cobrándole por los servicios, descubre que tiene cáncer múltiple y oh! la felicidad se va por el water. Entonces aparece una organización misteriosa que le propone curar su enfermedad y al mismo tiempo desarrollar su potencial de superhéroe. Claro que lo que no le cuentan es que lo van a torturar de forma brutal y lo van a dejar con cara de pizza. Luego, claro, se ha de vengar.
La película empieza con una original imagen de acción detenida que va como desenrollándose hasta mostrar su naturaleza real. Mientras unas letras a modo de títulos de crédito nos certifican que veremos una parodia. Le sigue una escena de acción con persecución y choques múltiples en la autopista, que a pesar de ser habitual tiene ritmo y fuerza. Ya está, para mí no hay más.
Dicen que es una parodia, y no lo es porque Deadpool no está parodiando nada, es un personaje en sí mismo con esas características, que por cierto son demasiado dramáticas para que den risa. Lo que le pasa a Deadpool en ningún momento tiene humor, lo torturan. ¿Tiene gracia? Además todo el uso de la violencia que vemos no es banal, ni de espectáculo, resulta ofensiva. Hay algo real, posible, cruel.
Entonces qué es lo que hace gracia. Es como si alguien te pega una bofetada y después te explica un chiste. O un nazi o un terrorista te explica un chiste, pues que lo escuchas con una mueca congelada.
Por otro lado, Ryan Reynolds no me gusta nada, se le está poniendo una cara extraña (antes de la transformación), como de caricatura. Lo veo en el cine y los primeros planos son demasiado cercanos, pensados para verlos en televisión. Después, no hay secundarios, no hay nadie que de algo de entorno, de complemento, es como una cosa desnuda y vacía. Es como si convirtieran al Joker (al de «El caballero oscuro» de Nolan) en superhéroe. Puro nihilismo y puede que esa sea la clave.