Cleopatra, 1963

«Cleopatra«

Joseph L. Mankiewicz
USA 1963

v.o.s.
rodada en sistema Todd-AO de 70 mm
copia de 3 horas y 58 minutos

Estos días he estado viendo como se recordaba en la prensa a la actriz Elizabeth Taylor con motivo del quinto aniversario de su fallecimiento y he tenido ganas de verla en lo que puede considerarse su película más espectacular.
Ya había visto esta cinta y la recordaba con gusto. Imborrable sin duda la escena de la entrada en Roma de Cleopatra. Pero volver a visionarla ha sido una experiencia decepcionante, muy decepcionante. Si algo salvaría de la película sería casi exclusivamente la banda sonora de Alex North. Así como los títulos de crédito en forma de pinturas que se siguen usando a lo largo del metraje como ejes de transición de pintura a fotograma real y al revés.
Todo lo demás no me ha gustado en absoluto. Pero vayamos por partes. «Cleopatra» tiene dos historias: una la propia película y otra, el rodaje. No se entiende una cosa sin la otra. Es posible que sea el rodaje más desastroso de toda la historia del cine, o por lo menos uno de ellos.
Más o menos conocía las circunstancias de ese rodaje que son legendarias, pero además he tenido la oportunidad de ver un documental del año 2000 que se incluía en el pack del DVD y con una duración de dos horas. En el da cuenta de ello de forma amplia, aunque quedan detalles por saber. No voy a explicarlo todo aquí por falta de espacio, pero resumiendo:

En 1960 la 20th Century Fox estaba en un momento muy malo en sus finanzas y se les ocurrió buscar algún guion antiguo de grato recuerdo de taquilla. Encontraron «Cleopatra» en una versión de cine mudo con Theda Bara. Así tal cual (con un guion de cine mudo, es decir sin diálogo) pretendían hacer un trabajo poco costoso y de éxito fácil. El proyecto fue a parar al productor Walter Wanger que soñaba con producir Cleopatra desde siempre y que engatusó al estudio para filmar algo de más importancia. Al productor le gustaba Elizabeth Taylor que terminaba su contrato con la MGM. Ella no tenía interés y pidió un desorbitado millón de dólares de salario para que Wanger la dejara en paz, pero se lo dieron (al final cobró siete millones por diferentes conceptos) en la convicción que una gran estrella generaría más taquilla. Fue la primera vez que se pagó tan cantidad y marcó un antes y un después. La Taylor además exigió que se rodada en el sistema Todd-AO que era invento de su marido fallecido y del que ella era propietaria. A todo le dijeron que sí. A partir de ahí todo se convirtió en una locura económica y de todo tipo. El inapropiado rodaje por el clima en Inglaterra con otros actores masculinos (Peter Finch para César y Stephen Boyd para Antonio), las enfermedades de la actriz, las demoras infinitas, el cambio de director, el traslado a Italia, los robos, la corrupción general y toda una sangría de gastos que era ocultada a la dirección de la Fox, etc.  Como decía un directivo de la compañía: fue una locura de la que nadie se atrevía a poner fin.

Todo esto dejó a 20th en un estado de casi ruina de la que necesitaron varios años y algunos éxitos para recuperarse. Había un metraje inicial de seis horas que el director Mankiewicz pretendía exhibir en dos películas separadas: Cesar y Cleopatra / Marco Antonio y Cleopatra, pero el romance en la vida real de la Taylor y Richard Burton que ya había trastocado la filmación, por estar casados con otras personas, hacía imposible que se dividiera el cinta en dos y la gente tuviera que esperar para ver a la pareja junta. Por lo que se hizo una escabechina con todo lo rodado y se dejó en tres o cuatro horas (tres en su momento -para poder hacer dos pases- y cuatro ahora), mientras que el resto del material no se ha encontrado, de momento.
En cuanto a la obra que nos ha quedado de esa reducción del metraje significó una cuestionable elección de material. Se dejó principalmente las escenas que favorecían a las estrellas principales: básicamente conversaciones en interiores. Por lo que no hay casi batallas o escenas de acción. Por otro lado, el guion era flojo y los diálogos no soportan esa concentración de escenas en las que finalmente se convierte la película.
En teoría se nos cuenta la historia de Cleopatra, pero resulta difícil saber desde qué punto de vista. Si desde ella misma o desde el de César o Antonio. En realidad no hay punto de vista. Lo que nos muestran es a una mujer ambiciosa que solo puede obtener sus objetivos a través del lecho, a través de dos romanos con poder. Sus cualidades en otro sentido son nulas. Solo hay mas que ver el planteamiento y su comportamiento en la crucial batalla de Actium: un desastre estratégico y de todo tipo.

Despojada la reina de cualquier otra cualidad que no sea la de su belleza, nos dejan con la actriz Elizabeth Taylor que ha perdido para mí casi todo su glamour con este trabajo. Está guapa, pero tampoco hay para tanto. Cuando sugiere desnudos da angustia, es como esas señoras mayores que muestran canalillo, o ver tu madre sin ropa. No, no queda bien. Es lo más parecido que pueda haber a nuestra Sara Montiel y no es raro que sean precisamente las dos iconos gay.  Cuando se viste, con esa interminable colección de vestidos que le confeccionaron para ella (casi setenta). Lo que parece es una vedette cambiando de vestuario cada cinco minutos. Además no es la Taylor vestida de reina de Egipto, sino al revés: Cleopatra vestida de Liz Taylor. Por otro lado tiene una forma de interpretar que consiste -exclusivamente- en recitar el texto con intensidad, diga lo que diga, y ya está. Todo lo hace igual y de la misma manera en todas sus películas.  Quizá la única que se sale de este marco es ¿Quién teme a Virginia Woolf?. Además con esa voz suya que si no has escuchado por culpa del doblaje es mejor no oír. Una voz decepcionante e irritante. En cuanto a sus alabados ojos violeta, nunca los he visto. ¿Realmente los tiene de ese color?. Tardaré en recuperarme de su presencia y otro tanto en revisionar algo suyo. No doy crédito.

Y que decir de Richard Burton como Marco Antonio. No queda bien. Le falta algo. O brazos o cuello o algo. Está como encogido en su armadura. Le falta envergadura y soltura. No tiene presencia y además se le nota incómodo en escena. Su voz antes me gustaba, pero ahora tengo dudas e incluso de su forma de actuar. Es un contrapeso ridículo, que ni siquiera logra ser convincente en las escenas de amor y eso que tenía con la actriz una relación real. Qué besos más mal dados. ¿Les prohibían abrir la boca?. Las escenas de amor con Rex Harrison también son malas, parece que esté con su hija y no con su amante. En cuanto a Rex está digno, pero ya dentro de todo el desastre tampoco sobresale.

Los decorados que es quizá lo que más destaca son bonitos y grandiosos, pero quedan arruinados por una iluminación en interiores excesiva y poco natural. Solo hay pocos momentos logrados en interiores de templos en la noche.
Quedan varias escenas interesantes como la llegada de César a Alejandría, la cena en el barco real o la entrada de Cleopatra en Roma. Pero tanto la cena, como la entrada están lastradas por una presentación tipo music hall/revista (sin canciones) que no me gusta. De la presentación en Roma dejaría solo la llegada de la esfinge.
Una decepción total, considerando que filmes como «Los diez mandamientos» (1956) o «Ben-Hur» (1959) los he visto hace poco y continuan estando vigentes.

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